Este curso de comenzó también a mediados de septiembre, y te encuentras con personas, que de verdad, quieren aprender, ya no tienen la necesidad de competir, ya su vida es tranquila, sus paseos, su mundo, pero aún quieren más y eso es lo más importante, las ganas que tienen, las preguntas que te hacen, ojala cuando lleguemos a ser mayores tengamos ese espíritu joven, como el que tienen ellos.
Por eso, el
telecentro, para ellos, es también un escape de su día a día, en un pueblo como el nuestro, muy pequeño, es un lugar, en el que durante una hora diaria, lo han convertido en su lugar de reunión, han vuelto a ser jóvenes, han vuelto a dibujar, esta vez con el ordenador, pero han vuelto, y durante una hora no se encuentran solos en sus casas.
De verdad, trabajar con ellos te realiza como persona, los escuchas, y te cuentan sus historias, cuando eran jóvenes, eso señores, es lo más hermoso de nuestro trabajo.
No se lo que tardarán en aprender, pero lo que si se es que han dejado de estar solos.
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